El riesgo financiero se refiere a la incertidumbre que se produce en el rendimiento de una inversión, debido a los cambios producidos en el sector en el que operamos, a la incapacidad de devolución del capital por una de las partes y a la inestabilidad de los mercados financieros. Por ejemplo, si se invierten 10000 euros, con un objetivo de crecimiento del capital del 5%, existe el riesgo de que esta inversión tenga un resultado inferior o incluso negativo. Para asegurar tus inversiones, desde Capital Privado MB te explicamos todo lo que tienes que saber sobre el tema.

Guía de Contenidos

Tipos de riesgo financiero

Esto puede ocurrir por varias razones, cada una de las cuales se refiere a un tipo de riesgo diferente. De hecho, aunque el término utilizado es siempre el mismo, «riesgo financiero», en realidad hace referencia a diferentes tipos. Entre ellas, las más comunes son:

Riesgo de mercado: es decir, la posibilidad de pérdidas en la cartera de inversiones. En palabras más sencillas, es la posibilidad de que la inversión valga menos que su valor inicial en una fecha futura como resultado de las «fluctuaciones normales del mercado» en el que se está invirtiendo (cambios en los precios, tipos de cambio, tipos de interés, etc.). Por sus características, es un tipo de riesgo que no se puede evitar. Se distingue en:

  • Riesgo de cambio, se produce como consecuencia de la volatilidad del mercado de divisas.
  • Riesgo de tipo de interés, es la consecuencia de la volatilidad de los diferentes tipos de interés.
  • Riesgo de mercado (en acepción restringida), que hace referencia concretamente a la volatilidad de los mercados de instrumentos financieros como: acciones, derivados, deuda, etc.

Riesgo de crédito: posibilidad de que, en el contexto de un préstamo, el deudor no cumpla con sus obligaciones de reembolso del capital o de pago de intereses a su acreedor, aunque sea parcialmente, en los términos acordados. Este riesgo está asociado a las inversiones en bonos, especialmente si son emitidos por empresas, pero a veces también puede ocurrir con los bonos emitidos por algunos estados.

Riesgo operativo: entendido como la posibilidad de ocurrencia de pérdidas financieras, originadas por fallos o insuficiencias de procesos, sistemas internos, personas, tecnología, y la aparición de eventos externos imprevistos.

Riesgo sistémico: riesgo de inestabilidad financiera tan extendido que pone en peligro el funcionamiento del sistema financiero en su conjunto. Por ejemplo, la quiebra de un gran banco nacional podría provocar la quiebra de otros bancos vinculados a él (efecto dominó), con las comprensibles repercusiones en la economía real.

Riesgo país o riesgo soberano: se produce como consecuencia de la falta de estabilidad política de un país o región y afecta a los intereses económicos de la inversión.

Riesgo de liquidez o de financiación: se refiere a la situación que se da cuando una de las partes de un contrato financiero no consigue obtener la liquidez necesaria para asumir sus obligaciones a pesar de disponer de los activos, que no consigue vender con la suficiente rapidez y al precio correcto, y la voluntad de hacerlo.

Qué tener en cuenta cuando hablamos de riesgo financiero

Medir el riesgo: la volatilidad

Centrándonos en la forma más importante y frecuente de riesgo en el sector financiero, el riesgo de mercado, no podemos no mencionar el concepto de “volatilidad”. La volatilidad mide la fluctuación de los precios en el tiempo. Por ejemplo, un valor con alta volatilidad, y por tanto sujeto a un alto riesgo de mercado, podría ser un valor del sector tecnológico que cotice en el Nasdaq, o un valor de mercados emergentes. Por el contrario, un ejemplo de instrumento con una volatilidad muy baja es un bono del Estado con un vencimiento a corto plazo.

A medida que aumenta la volatilidad, también lo hace la probabilidad de que se produzcan cambios de precios muy grandes, ya sea al alza o a la baja.

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5 consejos para minimizar el riesgo financiero

1. Evalúa la rentabilidad de la inversión: es la primera y principal forma de minimizar el riesgo, puesto que, a mayor información que tengamos sobre lo que queremos invertir, menor será el riesgo.

2. Anticipa el futuro: la captación de información es fundamental, ya que saberla manejar nos permitirá establecer una estrategia empresarial innovadora que nos ayudará a decidir en qué productos y servicios invertir, reaccionar ante nuestra competencia, anticiparnos a los cambios que se están produciendo en el mercado, en la tecnología, etc.

3. Diversifica el riesgo: se diversifica planeando un portafolio de inversiones que equilibre las operaciones “muy peligrosas” con las “muy seguras”.

4. Analiza los resultados obtenidos: si contamos con una administración profesionalizada y especializada en las nuevas tendencias del sistema financiero, podremos salir adelante ante estos riesgos.

5. Utiliza herramientas para la gestión del riesgo financiero: protege determinados activos mediante la contratación de uno o varios seguros.

¿Cuáles son los riesgos no financieros y cómo influyen?

Ahora que sabemos qué es el riesgo financiero, tenemos que tener en cuenta que también existen riesgos no financieros que, a su vez, pueden tener un impacto negativo en la inversión. Este tipo de riesgos no financieros pueden llegar a ser difíciles de cuantificar y prever, ya que son más abstractos. Algunos ejemplos son: 

  • El riesgo de conducta
  • La ciberseguridad
  • El riesgo estratégico
  • El riesgo reputacional

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